Muchas personas me han llamado la atención por el hecho de que yo no veo cine nacional. Quisiera exponer mis razones. La primera de ellas es una cuestión de aprendizaje. Como guionista, busco material del cuál pueda aprender recursos y técnicas que me permitan narrar una historia coherentemente, y eso es más fácil encontrarlo en el buen cine. Aunque como bien lo dijo el maestro Stephen King, para escribir hay que leer, lo bueno y lo malo. Parafraseando, yo diría para escribir cine hay que ver cine, del bueno y del malo. El buen cine cada vez es más difícil de encontrar. Las películas se hacen a velocidades nunca antes vistas con el propósito de amansar a una bestia hambrienta de entretenimiento (nosotros), y cuyos valores de producción no dejan espacio para la calidad narrativa. Las historias se 'refríen', volviéndose cada vez más predecibles e insoportables. Por su parte, los críticos (esas deidades que deberían llevarnos hacia la luz de la cinematografía universal) son prostitutas que venden sus opiniones a los estudios, y nos invitan con engaños a ver "sin duda, la mejor película del año," o "la mejor comedia del año," o "esta sí va pa'l Oscar," pero que terminan siendo churros infumables. Así que terminamos viendo cine del malo de manera accidental. Pero, honestamente, prefiero una babosada de Sandra Bullock, a una de Ana Serradilla. La película de la Bullock (cualquiera que sea, todas son la misma), respeta la estructura que debe llevar un guión: Tres actos subdivididos en siete, presentación correcta de personaje, giros de tuerca y gags matemáticamente insertados, situación antagónica, obtsáculos, motivación, conflicto, etc... Todo está ahí. La de la Serradilla (también todas son la misma) carece mayormente de estos elementos. Lo sé porque a veces me han llevado a la fuerza a ver este tipo de películas, en el que todo es gratuito. Parece que el cine nacional sólo se trata de bubis, escenas de sexo ambientadas en una habitación llena de velas, albures, groserías y futbol (si no me creen, vean 'Y tu mamá también'.) No hay propuestas novedosas, y si las hay, están ahogadas en el fondo de un mar de basura que las vuelve difíciles de encontrar. Me refiero a la trama, señores. No me importa si la realización es buena o no. Por ello, esfuerzos como Km. 31 (2006) deberían ser aplaudidos. Se salieron de la historia convencional del muchacho-de-barrio-quiere-con-la-chava-que-está-fuera-de-su-alcance-y-que-para-ganarse-su-amor-deberá-abandonar-a-la-banda-de-porros. Sí, Km 31 es hasta cierto punto predecible, pero es un buen intento. Por eso extraño a Guillermo del Toro y su 'Cronos' (1992), eso era ariesgarse en una época en la que lo único que había en las carteleras mexicanas eran 'Sólo con tu pareja', etc. Hace falta tramas nuevas, frescas, pero sobretodo, coherentes. Basta de gratuidad, de guiones hechos al vapor. Los guionistas de hoy quieren (queremos) esforzarse/nos lo menos, sacando recursos absurdos de la manga, pensando que el público no se va a dar cuenta. Por eso, a la salida de las salas de cine, seguimos escuchando frases como 'para ser mexicana, es buena.'
Ya vuelvo con la segunda parte...
Aun así, "tienes que verlas para destrozarlas con conocimiento de causa", o por lo menos para saber qué nuevos actores mexicanos tienen la fuerza suficiente para encarar a Max Blume.
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