domingo, 14 de junio de 2009

Seeeeif!



‘Luck is believing you’re lucky.’
-- Rod Stewart.

Desde el principio era una misión suicida. Quince días para escribir un largometraje que en condiciones normales de presión y temperatura debería escribirse en seis meses. Pensé que si escribía diez cuartillas diarias al final tendría un primer draft de 120/150 para el final de la quincena.
¡Já! Si eso fuera cierto, Tom Wolfe hubiera escrito ‘La Hoguera de las Vanidades’ en dos meses.
Lo único que tenía para comenzar eran el nombre y el núcleo de la historia que quería escribir. ‘Perros de Paja’ no era un nombre original, pero se pegó al proyecto como un chicle a la suela. Y la médula de la historia, algo a lo que estuve muy allegado hace no tantos años: un gerente de ventas tiene que decidir entre comprometer sus principios para mantener su trabajo, o mantenerse firme en sus convicciones personales y perder el único modo de sustento de su familia, había permanecido en mi memoria desde hacía tres años, tiempo en el que detallé un outline medio rupestrón. Honestamente, no tenía tiempo de pensar en una historia original y desarrollar el guión en quince días.
Me dediqué a escribir, aunque a decir verdad no avancé mucho los primeros días. Es difícil cambiar de ritmo, después de haber estado enfrascado en una serie de TV, donde tiempos y actos difieren tanto. En ‘Perros’, el protagonista, un Armando Liceaga, recibe la oferta de obtener un ascenso dentro de su empresa, siempre y cuando alcance una meta obscenamente alta. Todo parece suponer que lo logrará, pero al final las cosas se complican (el ascenso se evapora y ahora enfrenta la posibilidad de perder el empleo), y es tentado para realizar un delito en aras de salvar su trabajo. Sonaba fácil. Escribirlo fue otra cosa.
Mientras avanzaba, la historia se volvía escurridiza. La meta era escribir 90 cuartillas, que es la duración mínima de un largometraje decente. Horas pasaron en las que sólo pude escribir un renglón. Para el lunes de la semana dos llevaba apenas 50. En ese momento tuve que tomar la decisión de renunciar, que seguramente iba a provocarme un sentimiento de culpa por haber desperdiciado ya diez días (mismos que, como ustedes saben, eran un lujo que no podía darme), o arriesgarme a seguir adelante a sabiendas que lo más seguro era que no iba a terminar a tiempo. Decidí continuar. Como dijo Galileo cuando se salvó de la hoguera de la inquisición, “¡chingue su madre!”
El martes ocurrió algo terrible. La trama había tomado una dirección diferente a la planeada. A la fecha no sé por qué las historias tienen la manía de hacer eso. Son bestias vivientes, difíciles de domesticar. Todo apuntaba a que la trama llegaría a una feliz conclusión. Pero soy de los que odian los finales felices. Debía corregir el rumbo o entregar una historia trillada y predecible. Así, cuarenta cuartillas se fueron a la papelera de reciclaje. Escribir es reescribir. Ahí comenzó mi dieta de coca colas para mantenerme despierto. Dormía por espacio de 2/3 horas, y a darle otras 8/9. Para el miércoles en la noche veía imágenes de personas que no estaban en la habitación conmigo y el jueves a mediodía ya hablaba en lenguas. Para no hacer el cuento más largo, el viernes en la mañana, el cerebro a todo vapor, sabía que necesitaría por lo menos otras ocho horas para terminar, pero sólo quedaban tres. Llamé a la oficina donde tendría que entregar el guión para suplicar por una prórroga, y, de las 14hrs., que era el deadline, me dieron hasta las 15hrs. Algo es algo. Bueno, a las 15hrs en punto terminaba yo en mi casa, vuelto loco. Tomé un taxi -- viernes, tarde, Mexico City -- y llegué a Lumen a eso de las 15:40. Nueva toma de decisiones. El horario de entrega había pasado. Existía una gran probabilidad de que no me aceptaran. Entonces, ¿para qué gastar +/- 400 MXP (QUE NO TENGOOOOOOOO) en sacar tres juegos del guión (que terminó rascando las 117 cuartillas)? ¿Valdría la pena el riesgo?
History will decide.
Como dijo Maximiliano de Asburgo cuando lo fusilaron en Chapultepec: “Chin…”
Pero ¡en Lumen no tienen servicio de impresión desde internet! GUATDEFOC??? Tuve que salir corriendo a buscar un café internet por el mercado de Mixcoac (deliciosos mariscos, por cierto.) Lo encontré, pero la copiadora era de esas de rodillo. Imprimí, saqué copias y, con Liz al volante (se había unido a la misión minutos antes), llegamos a las oficinas de la Sociedad de Directores en Félix Parra a las 16:45 hrs, tiempo del centro, y la señorita que recibía los trabajos no se encontraba. Decidimos esperar. A las 17:20 llegó. ¿Y si no me aceptaba el guión?

Pórtate una vez en tu vida como hombrecito y ruega, me dije. Háblale de tus hijos, cuéntale del blog, llora, deshójate como tamal.

“No puedo aceptarte el guión,” dijo la más insensible de las mujeres. “Yo ni siquiera debería estar aquí en la oficina a estas horas.”

¡Ajá!

“Entonces es una señal,” dije. “Dios te mandó de regreso a la oficina únicamente para que recibieras mi estupendo trabajo.”
Sonrió, sonreí. Nos tomamos de la mano y supe que estaríamos juntos por siempre.
Rewind, please!

Sonrió. “Pero no te puedo dar acuse de recibo,” dijo. Encogí los hombros. A esas alturas…

Salí de la oficina sintiendo una ligereza en el cuello y en los hombros. Acompañé a Liz a que terminara de hacer no sé qué en su oficina y regresé a mi casa a dormir. Desperté el sábado por la tarde. Poco a poco me ha ido cayendo el veinte de lo que ocurrió los últimos días. Releyendo un poco el guión, encontré errores garrafales, que, con un par de días más, se hubieran podido solucionar. Es lo mejor que pude hacer en el tiempo que tuve. Sí, yo sé, la excusa de siempre. Habrá que esperar el veredicto. Para ser honesto con ustedes, se trata de un muy buen primer tratamiento. La historia, a pesar de los errores estructurales, se sostiene sola. El título cambió. Ahora “Perros en la Niebla” de Max Blume (era imperativo inscribirla bajo pseudónimo) está siendo considerada. El fallo se dará en Julio.
Los mantendré al tanto. Sólo sepan que, a diferencia de días anteriores en los que juraba que iba a escribir, ahora es diferente.
Ya escribí.
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3 comentarios:

  1. Dude! casi me da un infarto! bueno ahora la dicha de la espera.

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  2. Hola, soy Angélica amiga de Irma(tu mamá)me gusta lo que escribes, yo hubiera hecho que la secretaria que lo recibió se comiera hoja por hoja, jajajajajaa no es cierto, pero asi me sentí de ir leyendo. saludos y mis mejores vibras desde Guadalajara.

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  3. No entiendo bien como dejar un comentario, pero bueno, espero no estarlo repitiendo, me gusta lo que escribes y soy Angelica la amiga de Irma (tu mammá), me dieron ganas de hacer que la secretaria que no recibio lo que escribiste se comiera hoja, por hoja, jajajaja. Te deseo mucho exito y mis mejores vibras desde Guadalajara

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