jueves, 3 de diciembre de 2009

Algunas notas

La novela avanza lentamente. Aún no tiene forma, y eso me frustra demasiado. Sigo regresando a los primeros párrafos, quitando lo que sobra, añadiendo ideas que la hagan cuajar. A pesar de que ya está terminada en un primer borrador, la reescritura está resultando dolorosa. El personaje principal anda suelto, sordo a las instrucciones que le doy. Hace mucho tiempo alguien me dijo: "Escribes como alguien que no lee". Tiene razón. Las frases están mal estructuradas... ¡Maldita sea! ¿Por qué no fui contador público como me lo pidió mi padre? ¿Por qué seré tan indisciplinado y tan proclive a la procastinación?

¿Eso se contagia?

Otra situación frustrante es mi incompetencia para redactar correctamente un párrafo, o encontrar la palabra perfecta que encierre el significado que estoy buscando. Mi falta de vocabulario es abrumadora.

A veces me encuentro con párrafos como:




"Por mi parte, jamás traté de explicarme si las emociones que me absorbían eran normales en un niño de mi edad. Simplemente estaban ahí. Tan evidentes e incontestables como una parvada de zopilotes revoloteando en la cocina sobre el cuerpo sin vida de un rinoceronte".


Entonces pienso que no todo está perdido. Todavía me sorprendo. Sigo adelante. Ojalá en algún momento los personajes me corrijan y sugieran un final diferente al que ya está escrito. Mientras tanto, a seguir escribiendo.

Mañana hay comida de fin de año con la banda de Imcine. Las clases en la UIC terminaron y tengo un buen sabor de boca. Surgieron interesantes proyectos que me proporcionarán un ingreso adicional que, como ustedes saben, no está de más.

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